miércoles, 1 de junio de 2016

5 DE JUNIO: X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO,



“Un gran Profeta ha surgido ente nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”

5 DE JUNIO

X DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

1ª Lectura: 1 Reyes 17,17-24

“Mira, tu hijo está vivo”

Salmo 29: Te ensalzaré, Señor porque me has librado.

2ª Lectura: Gálatas 1,11-19

“Lo que os he transmitido no es de origen humano; yo lo he recibido po revelación de Jesucristo”

EVANGELIO DEL DÍA

Lucas 7,11-17

“En aquel tiempo, iba Jesús camino de una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío. Cuando se acercaba a la entrada de la ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaban. Al verla el Señor, le dio lástima y le dijo: “No llores”. Se acercó al ataúd, lo tocó (los que lo llevaban se pararon)y dijo: “¡Muchacho, a ti te lo digo, levantaste!”. El muerto se incorporó y empezó a hablar, y Jesús se lo entregó a su madre. Todos, sobrecogidos, daban gloria a Dios, diciendo: “Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”. La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por Judea entera.”

Versión para América Latina, extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

Jesús se dirigió a una ciudad llamada Naím, acompañado de sus discípulos y de una gran multitud.
Justamente cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, llevaban a enterrar al  hijo único de una mujer viuda, y mucha gente del lugar la acompañaba.
Al verla, el Señor se conmovió y dijo: “No llores”.
Después se acercó y tocó el féretro. Los que lo llevaban se detuvieron y Jesús dijo: “Joven, yo te lo ordeno, levánte”.
El muerto se incorporó y  empezó a hablar. Y Jesús se lo entregó a su madre.
Todos quedaron sobrecogido de temor y alababan a Dios, diciendo: "Un gran profeta ha aparecido en medio de nosotros y Dios ha visitado a su Pueblo”.
REFLEXIÓN
            Lucas nos pone ante lo que podemos llamar un “caso límite”, un caso que rebasa lo normalmente doloroso entre los hombres, un caso que pone al descubierto la tremenda situación de una humanidad o de una parte de ella que, parece abandonada de la mano de Dios.
            No sólo se trata de un niño que ha muerto, o mejor de un joven, sino también de una mujer que habiendo perdido ya a su marido, ahora se encuentra con el drama de perder a su hijo, que por ser único hijo, la sumía en el más total abandono.
            No olvidemos, que el episodio es narrado por Lucas, el evangelista que más enfatiza el carácter liberador de Jesucristo sobre todo hacia las clases sociales más maginadas. Y es también Lucas el que subraya la acción de Jesús a favor de las mujeres que, en aquella época, formaban una verdadera clase social desprovista de todo derecho.
            Aquí no hay petición de la mujer a Jesús, es él el que detiene el cortejo fúnebre, el que se compadece de la mujer, y el que devuelve la vida al joven al conjuro de su “palabra”, esa palabra que en su boca “se hace verdad”. Bien lo subraya Lucas: “A ti te lo digo, muchacho: ¡Levántate! ”Y el joven se levantó y fue devuelto a su madre.
            Y aquel acontecimiento, sIgué subrayando Lucas, se transformó en “evangelio”, en buena noticia que se desparramó por los pueblos vecinos de la llanura de galilea y por toda Judea.
            Es la buena noticia del Reino de Dios ya hecho presente en medio de los hombres: la humanidad desamparada es invitada a revivir en el aquí y ahora de la historia. Es éste otro importante elemento de este evangelio-consolador: Jesús no es sólo promesa de vida futura, sino que es la actualización de la vida en el aquí y ahora de cada hombre. El Reino de Dios se hace presente en el espacio humano y en el tiempo humano. Es un Reino redactado en tiempo presente: “No llores”, se le dice a la madre; “levántate”, ss le ordena al hijo.
            Y Por tratarse de un evangelio que actualiza la vida, en el espacio y en el tiempo presentes de cada bimbre, es un evangelio que compromete a los cristianos y a la Iglesia en general de este aquí y de este ahora que es el nuestro.
ENTRA EN TU INTERIOR
EL SUFRIMIENTO HA DE SER TOMADO EN SERIO
Jesús llega a Naín cuando en la pequeña aldea se está viviendo un hecho muy triste. Jesús viene del camino, acompañado de sus discípulos y de un gran gentío. De la aldea sale un cortejo fúnebre camino del cementerio. Una madre viuda, acompañada por sus vecinos, lleva a enterrar a su único hijo.
En pocas palabras, Lucas nos ha descrito la trágica situación de la mujer. Es una viuda, sin esposo que la cuide y proteja en aquella sociedad controlada por los varones. Le quedaba solo un hijo, pero también éste acaba de morir. La mujer no dice nada. Solo llora su dolor. ¿Qué será de ella?
El encuentro ha sido inesperado. Jesús venía a anunciar también en Naín la Buena Noticia de Dios. ¿Cuál será su reacción? Según el relato, “el Señor la miró, se conmovió y le dijo: No llores”. Es difícil describir mejor al Profeta de la compasión de Dios.
No conoce a la mujer, pero la mira detenidamente. Capta su dolor y soledad, y se conmueve hasta las entrañas. El abatimiento de aquella mujer le llega hasta dentro. Su reacción es inmediata: “No llores”. Jesús no puede ver a nadie llorando. Necesita intervenir.
No lo piensa dos veces. Se acerca al féretro, detiene el entierro y dice al muerto: “Muchacho, a ti te lo digo, levántate”. Cuando el joven se reincorpora y comienza a hablar, Jesús “lo entrega a su madre” para que deje de llorar. De nuevo están juntos. La madre ya no estará sola.
Todo parece sencillo. El relato no insiste en el aspecto prodigioso de lo que acaba de hacer Jesús. Invita a sus lectores a que vean en él la revelación de Dios como Misterio de compasión y Fuerza de vida, capaz de salvar incluso de la muerte. Es la compasión de Dios la que hace a Jesús tan sensible al sufrimiento de la gente.
En la Iglesia hemos de recuperar cuanto antes la compasión como el estilo de vida propio de los seguidores de Jesús. La hemos de rescatar de una concepción sentimental y moralizante que la ha desprestigiado. La compasión que exige justicia es el gran mandato de Jesús: “Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”.
Esta compasión es hoy más necesaria que nunca. Desde los centros de poder, todo se tiene en cuenta antes que el sufrimiento de las víctimas. Se funciona como si no hubiera dolientes ni perdedores. Desde las comunidades de Jesús se tiene que escuchar un grito de indignación absoluta: el sufrimiento de los inocentes ha de ser tomado en serio; no puede ser aceptado socialmente como algo normal pues es inaceptable para Dios. Él no quiere ver a nadie llorando

 José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

            Como Jesús, los cristianos debemos tomar la iniciativa en favor de los que yacen bajo la muerte, y no solo contentaros con seguir detrás del carro de la historia, adoptando ciertas psudoposturas más o menos humanitarias cuando no tenemos más remedio y cuando las circunstancias nos obligan irremisiblemente a ello, algo así como las grandes potencias colonialistas que se ven obligadas adoptar posturas más liberales cuando se dan cuenta de que, de no hacerlo, su pérdida sería total e irremediable.

            Lo importante es que, aleccionados por el Espíritu, descubramos en nuestro aquí y ahora esa humanidad doble o triple abandonada, humanidad para quien en primer lugar se anuncia el evangelio de la liberación y por quien la Iglesia ha de jugárselo todo por propia iniciativa, que le viene de su compromiso de fe.

ORACIÓN

            Hoy se nos ha invitado a no llorar sobre nuestras desgracias, pues no es hora de llantos sino de una decidida acción por resolver los problemas con la fuerza y en nombre de Dios. Levantémonos y transformemos las palabras del evangelio de hoy en vida para nosotros y para nuestros hermanos.

            Levanta, Señor, a esta como munidad a fin de que resucitando a una vida nueva, seamos signos de tu presencia salvadora en el mundo.
Expliquemos el Evangelio a los niños.
Imagen de Fano.