jueves, 25 de febrero de 2016

28 DE FEBRERO: III DOMINGO DE CUARESMA.


“Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás”.

28 de Febrero

III DOMINGO DE CUARESMA

(Puede elegirse las lecturas del Ciclo A, sobre todo

si hay catecúmenos que van a recibir el Bautismo)

1ª Lectura: Éxodo 3,1-8.11-15

“Yo soy” me envía a vosotros.

Salmo 102: El Señor es compasivo y misericordioso.

2ª Lectura: 1 Corintios 10,1-6.10-12

La vida del pueblo con Moisés en el desierto fue escrita para escarmiento nuestro.

PALABRA DEL DÍA

Lucas 13,1-9

“Se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre vertió Pilatos con la de los sacrificios que ofrecían. Jesús les contestó: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no, y si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Pues os  digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera. Y les dijo esta parábola: •Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar futo en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde? Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortarás”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El les respondió: "¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera".
Les dijo también esta parábola: "Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: 'Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?'.
Pero él respondió: 'Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.
Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás'".

REFLEXIÓN

Dios es paciente. Moisés, que algo conocía sobre el nombre y la naturaleza de Dios, no se cansa de reconocerlo y de invocarle con este título: “Lento a la cólera y rico en amor y fidelidad”. Dios es paciente y misericordioso. La paciencia es hija del amor misericordioso y de la esperanza.

            ¡Qué paciencia la de Dios con su pueblo! ¡Qué paciencia la de Dios con nosotros! Una paciencia infinita, porque infinita es su misericordia. La paciencia es una de las joyas más brillantes de la corona divina. Por eso perdona una y mil veces. Perdona siempre. Espera un día y otro. Espera siempre.

            Jesús nos enseñó hermosamente este misterio de la paciencia y del perdón de Dios. Nos lo enseñó con parábolas, como la cizaña, el hijo pródigo, y con su ejemplo: con el pueblo, con sus discípulos, con sus enemigos. Es el Siervo de Yahveh que “no quebrará la caña cascada ni apagará el pábilo vacilante”.


            Jesús, ante la creencia de que las desgracias de aquellos galileos que Pilatos había ejecutado o las diecinueve personas que habían fallecido en Jerusalén al derrumbarse la torre de Siloé, eran consecuencia de su propio, pecado, les asegura que no. No eran ni mejores ni peores que los demás. La rectitud de las personas es fundamentalmente un trabajo interior. Es lo que comúnmente llamamos conversión. Se basa en la fe y en la esperanza y se manifiesta, como frutos en sazón, en la oración confiada y amorosa, en la entrega  desinteresada y cordial, en la sobriedad y libertad persona.

            De una manera particular, este tiempo de Cuaresma es el tiempo oportuno para seguir cavando, a nivel personal y comunitario, nuestra propia tierra, abonarla con sentimientos, palabras y obras de misericordia y de paz, y convertirnos así en mensajeros de resurrección a nuestro alrededor.            
                      
“Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto”

ENTRA EN TU INTERIOR

NO BASTA CRITICAR

Si no os convertís, todos pereceréis.

No basta criticar. No basta indignarse y deplorar los males, atribuyendo siempre y exclusivamente a otros su responsabilidad.

Nadie puede situarse en una «zona neutral» de inocencia. De muchas maneras, todos somos culpables. Y es necesario que todos sepamos reconocer nuestra propia responsabilidad en los conflictos y la injusticia que afecta a nuestra sociedad.

Sin duda, la crítica es necesaria si queremos construir una convivencia más humana. Pero la crítica se convierte en verdadero engaño cuando termina siendo un tranquilizante cómodo que nos impide descubrir nuestra propia implicación en las injusticias y nuestra despreocupación por los problemas de los demás.

Jesús nos invita a no pasarnos la vida denunciando culpabilidades ajenas. Una actitud de conversión exige además la valentía de reconocer con sinceridad el propio pecado y comprometerse en la renovación de la propia vida.

Hemos de convencernos de que necesitamos reconstruir entre todos una civilización que se asiente en cimientos nuevos. Se hace urgente un cambio de dirección.

Hay que abandonar presupuestos que hemos estado considerando válidos e intangibles y dar a nuestra convivencia una nueva orientación.

Tenemos que aprender a vivir una vida diferente, no de acuerdo a las reglas de juego que hemos impuesto en nuestra sociedad egoísta, sino de acuerdo a valores nuevos y escuchando las aspiraciones más profundas del ser humano.

Desde el «impasse» a que ha llegado nuestra sociedad del bienestar, hemos de escuchar el grito de alerta de Jesús: «Si no os convertís, todos pereceréis».

Nos salvaremos, si llegamos a ser no más poderosos sino más solidarios. Creceremos, no siendo cada vez más grandes sino estando cada vez más cerca de los pequeños. Seremos felices, no teniendo cada vez más, sino compartiendo cada vez mejor.

No nos salvaremos si continuamos gritando cada uno nuestras propias reivindicaciones y olvidando las necesidades de los demás. No seremos más cuerdos si no aprendemos a vivir más en desacuerdo con el sistema de vida utilitarista, hedonista e insolidario que nos hemos organizado.

Nos salvaremos si desoímos más el ruido de los «slogans» y nos atrevemos a escuchar con más fidelidad el susurro del evangelio de Jesús.

José Antonio Pagola


ORA EN TU INTERIOR

            Señor, tu solicitud por mi salvación, por mi felicidad, no tiene medida. Tampoco la tiene mi despreocupación. Si otros hubieran recibido de ti tantos beneficios, te serían fieles. ¡Conviérteme, Señor, y me convertiré a ti! No quiero parecer y estar lejos de ti, sin vida, sin fe.

Expliquemos el Evangelio a los niños

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Repara Incansablemente, Redime Inmensamente, Reconcilia Incondicionalmente.


TERCERA SEMANA DE CUARESMA

SEMANA BAUTISMAL

SEMANA DEL AGUA

 “Es amor lo que quiero, no sacrificios”, pues “toda la ley se resume en una palabra: ¡amarás!”. Los profetas Oseas y Jeremías lo Habían dicho y repetido: el único sacrificio que agrada a Dios es el de un corazón sincero; el amor es el horizonte de toda la religión. ¿Por qué, entonces, encontró Jesús una oposición tan feroz cuando puso de manifiesto estos datos fundamentales de la fe? Sin duda, porque con ello ponía en evidencia a los fariseos y a los sacerdotes… Los unos habían transformado la ley de libertad en comportamiento estereotipado; los otros habían hecho del culto un contrato sin alma. Para que el corazón recuperara su lugar central en la religión fue necesario que el profeta Jesús muriese por haber amado hasta el final.

Dios lo hace todo nuevo, incluido el corazón del hombre. Es el Dios de la mañana, de la primavera y de la aurora. Al leproso le da una carne como de un niño pequeño, y a su pueblo la verdeante hermosura de las colinas del Líbano. Pero el pueblo es sordo y obstinado; retrocede en lugar de avanzar; la fidelidad ha muerto, pues su amor es fugaz como las brumas de la mañana. Pueblo duro que ignora la piedad con las que Dios le ha gratificado sin medida.

Pueblo que no quiere acoger al profeta en su propia patria y se cierra en una ceguera cuando el Mesías hace resonar en sus muros la llegada del Reino de Dios. ¿Cómo podría Dios hacerlo aún todo nuevo? A veces, un hombre presiente la novedad. Aquí un escriba, allí un publicano. Este se mantiene a la sombra del Templo, repitiendo humildemente la oración de su corazón: “Ten piedad de mí, pues soy pecador”. El otro ha comprendido que el amor vale más que todos los sacrificios. Gracias a esta clase de hombres llega el Reino de Dios.

Un Reino donde se cumple la ley reduciéndola a la sencillez de su plenitud. Ley del corazón y del amor que se desarrolla en acción de gracias: “Señor, con todo el corazón te seguimos, buscamos tu rostro; acógenos, no retires tu misericordia, no repudies tu Alianza”. La Ley brota de la Alianza: conduce al sacrificio de acción de gracias, que vale más que todos los holocaustos. “¡Ven, Israel!” Volved al Señor y decid a Dios: te ofrecemos en sacrificio las palabras de nuestros labios!”

En esta semana se puede escoger el texto de la Samaritana de Juan 4,5-42 y en la cuarta, el texto del ciego de nacimiento.



jueves, 18 de febrero de 2016

21 DE FEBRERO: II DOMINGO DE CUARESMA.


“Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”.

21 de Febrero

II Domingo de Cuaresma

1ª Lectura: Génesis 15,5-12.17-18

Dios hace alianza con Abrahán, el creyente.

Salmo 26: El Señor es mi luz y mi salvación.

2ª Lectura: Filipenses 3,17 – 4,1

Cristo nos transformará, según el modelo de su cuerpo glorioso.

PALABRA DEL DÍA

Lucas 9,28-36

“Jesús se llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a lo alto de una montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De pronto dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecieron con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y espabilándose vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, qué hermoso es estar aquí. Haremos tres chozas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía. Todavía estaba hablando cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús sólo. Ellos guardaron silencio y, por el momento no contaron a nadie nada de lo que habían visto”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios

“Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías,
que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". El no sabía lo que decía.
Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: "Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo".
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto. “

REFLEXIÓN

            El Evangelio de hoy, vuelve a recordarnos uno de los aspectos de nuestra “hoja de ruta” en esta cuaresma: la oración. Oramos porque Jesús oró. Y ¡ojalá que oráramos como Jesús oraba! Él se retira a la montaña, al silencio, para orar. Pero se lleva a tres apóstoles. Mientras Jesús tiene una experiencia particular del sentido de su vida y de su muerte, los apóstoles duermen profundamente. Una escena curiosa que recuerda la de Getsemaní cuando Jesús, en oración, ve inminente su muerte. Los apóstoles también duermen. En la primera escena Jesús se siente transfigurado ante el sentido de su entrega. En la segunda, padece la cercanía del desenlace. De ambas, Jesús sale reforzado interiormente y con una entrega sin fisuras. Regresa al valle de la vida ordinaria o afronta sereno la llegada de los que le conducirán a la muerte.

            Los apóstoles están fuera de lugar. Será necesaria la experiencia de Jesús resucitado para que se comporten de una manera más coherente. También nuestra oración debe ser todas estas cosas: claridad y sentido para tantos acontecimientos de nuestra vida, pero también tensión y angustia en momentos críticos. Si nuestra oración acaba, al final, en un acto de confianza en Dios, saldremos con determinación de todo tipo de situaciones.

ENTRA EN TU INTERIOR

ESCUCHAR SOLO A JESÚS

La escena es considerada tradicionalmente como "la transfiguración de Jesús". No es posible reconstruir con certeza la experiencia que dio origen a este sorprendente relato. Sólo sabemos que los evangelistas le dan gran importancia pues, según su relato, es una experiencia que deja entrever algo de la verdadera identidad de Jesús.

En un primer momento, el relato destaca la transformación de su rostro y, aunque vienen a conversar con él Moisés y Elías, tal vez como representantes de la ley y los profetas respectivamente, sólo el rostro de Jesús permanece transfigurado y resplandeciente en el centro de la escena.

Al parecer, los discípulos no captan el contenido profundo de lo que están viviendo, pues Pedro dice a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías». Coloca a Jesús en el mismo plano y al mismo nivel que  a los dos grandes personajes bíblicos. A cada uno su tienda. Jesús no ocupa todavía un lugar central y absoluto en su corazón.

La voz de Dios le va a corregir, revelando la verdadera identidad de Jesús: «Éste es mi Hijo, el escogido», el que tiene el rostro transfigurado. No ha de ser confundido con los de Moisés o Elías, que están apagados. «Escuchadle a él». A nadie más. Su Palabra es la única decisiva. Las demás nos han de llevar hasta él.

Es urgente recuperar en la Iglesia actual la importancia decisiva que tuvo en sus comienzos la experiencia de escuchar en el seno de las comunidades cristianas el relato de Jesús recogido en los evangelios. Estos cuatro escritos constituyen para los cristianos una obra única que no hemos de equiparar al resto de los libros bíblicos.

Hay algo que sólo en ellos podemos encontrar: el impacto causado por Jesús a los primeros que se sintieron atraídos por él y le siguieron. Los evangelios no son libros didácticos que exponen doctrina académica sobre Jesús. Tampoco biografías redactadas para informar con detalle sobre su trayectoria histórica. Son "relatos de conversión" que invitan al cambio, al seguimiento a Jesús y a la identificación con su proyecto.

Por eso piden ser escuchados en actitud de conversión. Y en esa actitud han de ser leídos, predicados, meditados y guardados en el corazón de cada creyente y de cada comunidad. Una comunidad cristiana que sabe escuchar cada domingo el relato evangélico de Jesús en actitud de conversión, comienza a transformarse. No tiene la Iglesia un potencial más vigoroso de renovación que el que se encierra en estos cuatro pequeños libros.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

Nosotros no podemos dormirnos. Porque ya vivimos con la presencia de Cristo resucitado en nuestra vida personal y en la vida de la Iglesia. Ni podemos caer en la comodidad de hacer lo que nos es más fácil y satisfactorio. Nuestro lema nos lo ofrece el mismo Dios: escuchar a su propio Hijo en los momentos de oración en el Tabor y en los quehaceres en el valle de la vida cotidiana.

Que él aumente nuestra fe y nuestra esperanza para continuar resueltamente nuestro itinerario hacia la Pascua. Jalonemos, pues, nuestra semana de resurrección.

Expliquemos el Evangelio a los niños
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“Este es mi hijo amado”. Silencio y Escucha.

SEGUNDA SEMANA DE CUARESMA
RECORRE EL CAMINO DE LA MISERICORDIA

Esta segunda semana es en el leccionario cuaresmal, la semana de la Misericordia. Es el tema dominante durante toda la semana.

            El Dios que se presenta es un Dios de entrañas de misericordia. En contraposición con el Dios legalista y justiciero, los evangelios nos descubren un Dios con entrañas de misericordia y de perdón.

            Pero no solo esto: se pide al cristiano que sea él mismo misericordioso como lo es Dios.

            El domingo segundo de cuaresma vemos el pasaje de la transfiguración. Jesús lleva a los suyos a una montaña alta. La Ascensión y el camino de Jesús acaban siempre en una montaña.

            La cuaresma acabará en una montaña, la del Gólgota y la de la Ascensión. Mientras se llega a aquella, y como empuje para llegar allí, está el Tabor, la gloria de Dios que aparece en todo su esplendor por unos momentos.

            Se les anuncia lo incomprensible para ellos justamente en estos momentos de luz: “He aquí que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado”.

            Los evangelios de la semana comienzan por una invitación a la misericordia: “Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso”.

            He aquí un camino a realizar durante estos cinco días, y la novedad que se está pidiendo al creyente. El cambio y la transfiguración que se nos exige pasan por hacernos hombres y mujeres llenos de ternura y de misericordia.

            Acoger al hermano es darle vida, es levantarle de su postración y entronizarlo en el mundo de la comunidad. Acoger es algo así como dar existencia y recrear al otro.  Donde nos sentimos acogidos, allí somos distintos, allí todo lo bueno que llevamos en el corazón crece y se desarrolla y es posible el futuro y el cambio.


            Abrir los brazos a todos y acercarse a todos y dar cabida a todos es el mensaje de la predicación de Jesús. Por eso, Él es el hombre nuevo, sabe perdonar y sabe entrar en la casa de los pecadores para perdonarlos y dejar que entren todos en su casa, en su corazón.


viernes, 12 de febrero de 2016

14 DE FEBRERO: I DOMINGO DE CUARESMA.


PRIMERA SEMANA DE CUARESMA

Esta primera semana la liturgia nos invita a caminar, a ponernos en camino. ¿Hacia dónde? Hacia un mundo nuevo.

El creyente debe tener alma de nómada. El nómada nunca llega a donde tiene que llegar, porque lo suyo es ser caminante, no tener ningún lugar en propiedad. Todos los lugares son de paso. Ningún lugar es su lugar. Lo esencial está siempre más allá.

Todos los días es tiempo de empezar, de comenzar de nuevo. Cada mañana es tiempo de arrancar de nuevo hacia la meta. El punto donde quedamos al terminar el día no es nunca un punto final. Sólo es punto y seguido. No hemos llegado nunca donde Dios nos espera, aunque estemos siempre con Dios, Dios, como un padre que enseña a andar a su hijo, siempre se pone un poco más allá y nos deja solos para que caminemos hacia él.

Caminar, en clave de fe, significa dejar la tierra donde nos sentimos bien, seguros, esclavos de nuestros antojos y de nuestros planes, sordos para escuchar la voz de Dios.

Caminar tiene sus riesgos: uno se cansa, hay momentos de desierto, se encuentran compañeros de ruta que se hacen insoportables y vienen las peleas y las discusiones… O llega la niebla que no nos deja ver, que te desorienta y te preguntas: ¿Dónde voy? ¿Para qué seguir caminando siempre si no se llega nunca?

Caminar, ¿hacia dónde? Hacia lo esencial: “Sed santos como vuestro Padre celestial es santo”, y, además, “al final de la vida se os va a medir por lo que hicisteis con los hermanos, no por las fatigas que os tomasteis” En palabras de San Juan de la Cruz: “Al amanecer de la vida, se os juzgará en el amor”.

Esta primera semana nos centra en lo esencial, santidad y la vida como servicio a los hermanos. Sin esto no hay vida cristiana.


14 de Febrero

DOMINGO 1º DE CUARESMA

COLECTA DE LA CAMPAÑA CONTRA EL HAMBRE EN EL MUNDO

MANOS UNIDAS

1ª Lectura: Deuteronomio 26,4-10

Profesión de fe del pueblo escogido

Salmo 90: Estás conmigo, Señor, en la tribulación.

2ª Lectura: Romanos 10,8-13

Profesión de fe del que cree en Jesucristo.

PALABRA DEL DÍA

Lucas: 4,1-13

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le dijo: “Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan”. Jesús le contestó: “Está escrito: No solo de pan vive el hombre”. Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le dijo: “Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo”. Jesús le contestó: “Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a él solo darás culto”. Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Encargará a los ángeles que cuiden de ti”, y también: “Te sostendrá en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras”. Jesús le contestó: “Está mandado: No tentarás al Señor tu Dios”. Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión”.

Versión para América Latina extraída de la Biblia del Pueblo de Dios.

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: "Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan".
Pero Jesús le respondió: "Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan".
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra
y le dijo: "Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero.
Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto".
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: "Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden.
Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra".
Pero Jesús le respondió: "Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios".
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno. “

REFLEXIÓN

            El miércoles pasado comenzamos el tiempo de Cuaresma. Tanto a nivel personal como comunitario los cristianos vamos a centrar nuestro esfuerzo, a lo largo de estas semanas, en un trato más frecuente y confiado con Dios, en una atención más afectuosa y amable con nuestros hermanos y en una sensata sobriedad personal ante cualquier apetencia o inclinación. La finalidad es muy clara: afinar paulatinamente  nuestro cuerpo y nuestro espíritu para acoger en fe y en esperanza la resurrección de Jesús el día de Pascua y vivir después, con mayor empuje, la presencia del Resucitado en nuestras vidas. Todos nos hacemos espaldas con nuestra oración, nuestra limosna y nuestro ayuno para ir aumentando esa libertad de hermanos del Resucitado.

            En las lecturas de hoy se nos propone un medio insustituible para avanzar en ese camino de “desposesión” interior. Es la fe, una fe que engloba toda la persona. En la primera lectura, Moisés hace una profesión de fe en Dios que ha acompañado al pueblo desde sus inicios humildes, que ha estado a su lado en los momentos de aparente desastre y que acaba introduciéndolo en la tierra prometida. Una fe que se traduce en agradecimiento humilde y en adoración sincera.

            Nuestro itinerario cuaresmal ha de estar impregnado de una fe incondicional en la presencia cierta de Dios en todas nuestras circunstancias. Nuestra tierra prometida es Cristo resucitado. Cualquier contratiempo o dificultad durante el trayecto no es sino una oportunidad para depurar un poco más nuestra adhesión a Dios. La fe no solamente aligera nuestro espíritu sino que también fortalece nuestro compromiso diario.

            San Pablo abunda en la misma afirmación de una manera original. Nuestros labios pueden pronunciar la mejor oración dirigida a Dios si las palabras son una auténtica confesión de que Jesús es nuestro único Señor. Nada ni nadie debe ocupar nuestra mente ni nuestro corazón por encima de Él. Ningún otro señor de esta tierra puede satisfacer nuestras ansias de plenitud. Más bien, nos deja más sedientos e insatisfechos.

            Pero san Pablo añade que la fe la llevamos en el corazón si creemos que Dios ha resucitado a Jesús de entre los muertos. Y esta fe del corazón nos hace justos. Creer que Dios le ha resucitado a él y que también nos resucitará a nosotros significa ya ahora, en nuestro quehacer diario, que Dios desea sacarnos de nuestras angustias, de nuestras tumbas, de nuestras muertes. Así nos hacemos más justos con Dios, con nosotros mismos y con los demás.

ENTRA EN TU INTERIOR

IDENTIFICAR LAS TENTACIONES

Según los evangelios, las tentaciones experimentadas por Jesús no son propiamente de orden moral. Son planteamientos en los que se le proponen maneras falsas de entender y vivir su misión. Por eso, su reacción nos sirve de modelo para nuestro comportamiento moral, pero, sobre todo, nos alerta para no desviarnos de la misión que Jesús ha confiado a sus seguidores.

Antes que nada, sus tentaciones nos ayudan a identificar con más lucidez y responsabilidad las que puede experimentar hoy su Iglesia y quienes la formamos. ¿Cómo seremos una Iglesia fiel a Jesús si no somos conscientes de las tentaciones más peligrosas que nos pueden desviar hoy de su proyecto y estilo de vida?

En la primera tentación, Jesús renuncia a utilizar a Dios para «convertir» las piedras en panes y saciar así su hambre. No seguirá ese camino. No vivirá buscando su propio interés. No utilizará al Padre de manera egoísta. Se alimentará de la Palabra viva de Dios. Sólo «multiplicará» los panes para alimentar el hambre de la gente.

Ésta es probablemente la tentación más grave de los cristianos de los países ricos: utilizar la religión para completar nuestro bienestar material, tranquilizar nuestras conciencias y vaciar nuestro cristianismo de compasión, viviendo sordos a la voz de Dios que nos sigue gritando ¿dónde están vuestros hermanos?

En la segunda tentación, Jesús renuncia a obtener «poder y gloria» a condición de someterse como todos los poderosos a los abusos, mentiras e injusticias en que se apoya el poder inspirado por el «diablo». El reino de Dios no se impone, se ofrece con amor. Sólo adorará al Dios de los pobres, débiles e indefensos.

En estos tiempos de pérdida de poder social es tentador para la Iglesia tratar de recuperar el «poder y la gloria» de otros tiempos pretendiendo incluso un poder absoluto sobre la sociedad. Estamos perdiendo una oportunidad histórica para entrar por un camino nuevo de servicio humilde y de acompañamiento fraterno al hombre y a la mujer de hoy, tan necesitados de amor y de esperanza.

En la tercera tentación, Jesús renuncia a cumplir su misión recurriendo al éxito fácil y la ostentación. No será un mesías triunfalista. Nunca pondrá a Dios al servicio de su vanagloria. Estará entre los suyos como el que sirve.

Siempre será tentador para algunos utilizar el espacio religioso para buscar reputación, renombre y prestigio. Pocas cosas son más ridículas en el seguimiento a Jesús que la ostentación y la búsqueda de honores. Hacen daño a la Iglesia y la vacían de verdad.

José Antonio Pagola

ORA EN TU INTERIOR

            El mejor ejemplo para vivir de esta manera lo encontramos en Jesús tal como hemos escuchado en el evangelio. El desierto de Jesús es para nosotros, hoy día, el entorno familiar, eclesial y social que nos toca vivir. En lo cotidiano de la vida emerge la tentación de insensibilidad a lo invisible, de apego desorbitado a lo material, de dominio y abuso de los demás. Todos pasamos por estas pruebas que pueden marcar positivamente nuestro crecimiento espiritual si tenemos la misma perspectiva de Jesús para no dejarnos engañar por lo más fácil y cómodo a primera vista.

            Jesús no se deja seducir ni por el pan, ni por la fama, ni por el poder. Su comunión íntima con el Padre le lleva a mantener su propia integridad y libertad. Su fe y su intimidad con el Padre le llevan a mantener su propia integridad y libertad. Su fe y su intimidad con el Padre le hacen descubrir razones poderosas para superar los engaños a que se ve sometido. Ve más allá de lo inmediato, lo trasciende, lo interpreta desde Dios. Ésta es la sabiduría de la fe que penetra más allá de la fragilidad o de la dureza de nuestro entorno inmediato.

            A los seguidores de Jesús nos toca recorrer su mismo camino pero reproduciendo –y esto es lo más importante- sus mismas actitudes en contra de todo aquello que nos aleja de Dios, de los demás y de lo más noble y digno de nosotros mismos.

            Avancemos, pues, en este camino hacia la resurrección, de la mano de una fe cada día más confiada y transparente. Nuestras victorias son ya primicia de resurrección.

            Señor, tu actitud tajante frente al diablo en sus tentaciones es lección para mí, que, como Eva, no lo rechazo tajantemente con la palabra de Dios. Como tú, no quiero buscar milagros ni poder, ni ostentación. Quiero vivir con la grandeza y la sencillez de la fe.

ORACIÓN

            Desde mi debilidad y mis necesidades te pido, Padre:

•          Para que los pueblos y sus responsables superen las tentaciones del poder y de la violencia y trabajen por el verdadero desarrollo.

•          Para que el pueblo de dios escuche mejor la Palabra y sepan transmitirla a los demás.
•          Para que los que se preparan a recibir los sacramentos de la iniciación cristiana maduren en la fe.

•          Para que en este tiempo seamos todos más generosos y solidarios y sepamos acercarnos a los pobres.

•          Para que seamos dóciles al Espíritu Santo y confiemos en su fuerza para vencer la tentación.

Expliquemos el Evangelio a los niños.

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No es MI fuerza, ni MI poder, ni MI tener, sino hacer tu voluntad.